En todo el planeta, los animales —y las enfermedades que transmiten— están cambiando para adaptarse a un planeta alterado. Y no están solos: las garrapatas, los mosquitos, las bacterias, las algas e incluso los hongos están cambiando o ampliando sus rangos históricos para adaptarse a condiciones climáticas que evolucionan a un ritmo sin precedentes.
Estos cambios no ocurren en el vacío. La deforestación, la minería, la agricultura y la expansión urbana están acabando con las restantes zonas silvestres del mundo, lo que contribuye a una pérdida de biodiversidad que se produce a un ritmo no visto en la historia humana.
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